Si hay una peculiaridad que caracteriza a los diriambinos es que crecemos escuchando que Diriamba tiene dos grandes iconos que unen o paralizan a la ciudad más allá de la convicción y practica individual; el santo patrono, San Sebastián, y su equipo de futbol de Primera División, Diriangen FC, son los referentes de la ciudad.
La noche de ayer, el argentino Alexis Ramos de testa marcó el único gol que definió el partido de la final de la Copa Primera ante Managua FC, y la ciudad entera estalló en júbilo ante un logro más de sus aguerridos Caciques alargando una espontánea fiesta local que sin dudas se extenderá en el corazón y memoria de miles de blanquinegros por mucho tiempo más.
Digo “alargando” porque la celebración sigue, pica y se extiende gracias a esa euforia que genera la sinergia entre afición-equipo; celebración que es única por lo que encierra esa pasión, esa FE y ese fiel amor hacia los colores blanquinegros que no tiene comparación independientemente del momento que atraviese el equipo, de los pocos resultados en los últimos 20 años y del momento que vivimos los nicaragüenses en general.
La fiesta se vive cada vez que Diriangen juega y más aún cuando compite por la disputa de un título; ayer, la fiesta inició cuando más de 20 buses –y varios vehículos particulares- salieron de Diriamba en una caravana rumbo a la capital llenos de esperanza, con la convicción de que este equipo podía dar una alegría en un 2020 atípico, histórico y acaecido de dulces momentos para el recuerdo.
Y así fue, la “barra” se hizo sentir en el Proyecto de Estadio Nacional y tras el gol de Ramos el alargue de la fiesta estaba asegurado. La histórica, tradicional y emotiva caravana de regreso de Managua hacia Diriamba; la entrada a la ciudad y el recorrido por las principales calles hasta entregar cuentas al “patrón”, son herencias y experiencias que erizan la piel a cualquier seguidor de este club inclusive a jugadores que por vez primera experimentan ese romance que solo el éxito fortalece.
Hoy Diriamba entera aun huele a Copas, si esas Copas que dejan alegrías, memorias y retos, esas que cuentan en la historia y que hacen aún más grande al único grande de Nicaragua.
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